La niebla le quita la claridad a la vista, incita a lo que no puede salir a la luz. En lo neblinoso se esconde aquello que no puede ser contado, aquellos secretos que no tienen pensado salir a la luz, que si fueran visibles revelarían una incómoda verdad para el mundo tal como lo conocen Thomas y Victoria, para ese mundo que los niega, que se interpone entre ellos. Entonces, deben buscar que la niebla se esfume, que la luz acorrale a todo aquello que se empeña en permanecer oculto.
Después de haberse conocido en Londres y haber tenido que alejarse, aunque querían quedarse el uno con el otro, la historia encuentra a Thomas y Victoria en Buenos Aires, juntos, a pesar de todo, en la misma casa, con una familia, sin necesidad de pensar en lo que dejaron atrás.
Sin embargo, el pasado insiste en volver, oculto en los sonidos sordos de unos disparos, en la convalecencia de Thomas que debe luchar contra la niebla que quiere envolverlo, llevárselo, arrancarlo de la tranquilidad del hogar y devolverlo a una oscuridad conocida. Victoria sabe que no puede bajar los brazos, que debe acompañarlo, que debe cuidarlo; sabe, también, que ha llegado la hora de salir de la neblinosa penumbra, de volver a Londres y enfrentar los secretos que allí quedaron, de sacarlos a la luz para poder olvidar aquello que se empecina en buscarlos, que no los deja en paz.
Claudia Barzana continúa con la historia de los protagonistas de La ciudad de la niebla, con personajes secundarios que entran y salen de la trama, con la reconstrucción histórica como protagonista y con la intensidad de aquellos secretos que son arrastrados hasta la luz.