En el barrio de Montecarlo, uno de los más prestigiosos del Principado de Mónaco a finales del siglo XIX, cuenta con abundante fuente de trabajo para sus habitantes -pero siempre con la indiferencia entre la maldad y envidia que algunas personas tendrían que vencer-. La mayor desdicha de esa época era defender la patria y el amor entre el hombre y la mujer para la creación de una familia normal.