La biblioteca de los sueños imposibles. Las cartas de Ani Crumb

«Un libro para no dejar de leer, de los que quieres llegar a casa para seguir la historia. Absolutamente maravilloso.»

casa pasando con sus dedos las páginas de un libro. Con la mirada fija en el texto, sumida en sus pensamientos entre las líneas, hasta que él se acerca y ella levanta la cabeza. En sus sueños hacía lo que en la vida real se tenía estrictamente prohibido: la besaba.
La habría besado.

Con el mal humor y los sueños egoístas en los que la chica volvía a estar en su

Solo con pensar en su nombre sentía un calor en el alma, y al mismo tiempo se le rompía en pedazos.

Estaba allí por los libros.
Tal vez también por orgullo o terquedad, o algo más. Pero en lo más profundo de su corazón estaban los libros.

La marea de libros que le aceleraba el corazón y el seductor hormigueo del saber.

Sin embargo, no me quito de la cabeza la idea de una librería. Tengamos ideas fantásticas, completamente alejadas de la realidad, cuando nos veamos.
Tu amiga del alma,
Animant

perder la cabeza del todo.
Animant tenía las mejillas tan encendidas que no pudo evitar burlarse de ella, que se fue a toda prisa. Sin embargo, su mirada de ojos de color azul nomeolvides le reveló todo lo que había soñado alguna vez.
Sabía que ella no había estado enamorada porque en el baile había admitido el error con el abogado. Ni siquiera parecía sentir mucha afición por la literatura romántica, y Thomas se había preguntado en numerosas ocasiones cómo se conquistaría un corazón tan testarudo.
Ahora que le tocaría hacerlo a él, la trataba a patadas.
No se la merecía, lo sabía con todo su ser, y aun así tendría que intentarlo.
Ni siquiera fue consciente de que se volvía a sentar al escritorio y preparaba un pliego nuevo de papel. Sin embargo, cuando la pluma rascó el áspero papel de flores y la tinta negra devoró las fibras blancas, no supo cómo iba a soportar su ausencia, haberla dejado marchar.
«Vuelve conmigo.»