Una vez dentro, se pone a hurgar con su oviscapto, una nariz curva y fina como una aguja, en el ovario femenino de la flor y deposita sus huevos. Si el oviscapto no puede alcanzar el ovario (algunas flores tienen largos estilos), puede fertilizar la flor de todos modos con el polen que ha recogido de sus viajes. En cualquier caso, la mitad de este sistema simbiótico está servida: las larvas de la avispa se desarrollan tanto si ha dejado sus huevos como si la flor polinizada produce semilla. Si la reencarnación existe, por favor, que no vuelva yo a la vida convertida en avispa de higuera. Si la hembra no consigue encontrar un nido apropiado para sus huevos, normalmente muere de agotamiento en el interior del higo.