La visión teológica de Óscar Romero

de todo, el principal problema que enfrentaba la iglesia en América Latina no era la muerte de Dios sino la muerte del pueblo de Dios.

En El Salvador la pobreza conduce a la muerte. Pero la pobreza también es una marca de la iglesia. La iglesia es el cuerpo de Cristo, y Cristo era pobre. Los pobres siempre han estado con nosotros, pero a menudo como extras. La irrupción relativamente reciente de los pobres como actores en la historia ha llevado a la iglesia a considerarlos nuevamente. La exploración de la visión eclesial de Romero comienza con una visión general de cómo la iglesia ha interpretado el surgimiento de los pobres como un signo de los tiempos que convoca a la iglesia a la acción.

Ellacuría espera que al meditar en los dibujos de Huezo, los cristianos se unan a Cristo al ver la realidad representada en ellos y así ser llamados a asumir la responsabilidad. El vía crucis del pueblo

El vía crucis del pueblo salvadoreño tiene la intención de formar cristianos que saquen a los crucificados de la cruz.

Romero destaca la importancia del “diálogo con los pobres”. Se exhorta a todos, especialmente a los párrocos, a “amarlos como imágenes de Cristo. Fomentar obras de caridad y progreso su favor. Visitando enfermos, hospitales, barrios bajos. Alentar a los sacerdotes seculares hacia ellos”. Romero reconoce que su timidez innata puede ser un obstáculo para este sentir con la iglesia. Se advierte a sí mismo: “Cuidado con los sentimientos de inseguridad”. Frente al alcance de la tarea que enfrenta, Romero se dice a sí mismo: “Contribuiré con mi opinión. Tengo el coraje de intervenir. Consultaré”.

Los pobres como locus theologicus solo pueden escucharse dentro de la sinfonía de la verdad que es el evangelio. Esto no niega que en un determinado locus hermeneuticus el lugar de los pobres sea el lugar desde el cual hacer teología. Para decirlo de otra manera, que en determinados momentos y “signos de los tiempos”, bien puede suceder que su parte, su contribución a la sinfonía, sea esencial. Dios puede haber llamado a los pobres (y a las comunidades pobres en particular) a dar la nota que toda la orquesta debe escuchar y afinar sus instrumentos.

En América Latina, el teólogo que aplica más rigurosamente la categoría de locus theologicus a los pobres es Ignacio Ellacuría. Para Ellacuría, un locus theologicus es un lugar multidimensional donde ocurre la revelación divina, la verdadera fe es posible y las condiciones están preparadas para la teología cristiana. Al igual que Cano, Ellacuría no considera todos los tiempos y lugares como loci teológicos igualmente significativos. A diferencia de Cano, Ellacuría nombra a los pobres como el mejor locus theologicus debido a la conformidad de su vida con la de Jesús. Por lo tanto, son un lugar privilegiado de revelación, los mejores compañeros en el camino de Cristo y el lugar ideal para hacer teología. Ellacuría se refiere a los pobres como un lugar de teología, no como una fuente, pero, de nuevo, admite que, en cierto sentido, el lugar de la teología se convierte en una fuente porque solo desde los pobres se puede ver verdaderamente la revelación de Dios.

Para entender qué piensa Romero respecto de la teología de la liberación es importante leer a Pironio. De hecho, el propio Romero predicó desde el púlpito que Pironio era uno de los sólidos teólogos a través de los cuales estudió teología de la liberación (Homilías, 1:215; 24/7/1977). El tratamiento más extenso de Pironio sobre el tema es un ensayo titulado “Reflexión teológica en torno a la liberación”.

La pobreza es el obstáculo en el camino de la vida para la mayoría de las personas en El Salvador. Desde la conquista en el siglo XVI hasta los genocidios del siglo XX, la pobreza ha sido una de las marcas distintivas de El Salvador.