¿En qué organismo se logra contener tanta euforia? La totalidad de los 4,500 alumnos inscritos en la Universidad Autónoma de Puebla están de fiesta en la calle. A pesar de las restricciones militares pocas son las casas en la ciudad que cuentan con habitantes, las tanquetas y unidades del ejército han quedado de adorno, están rodeadas en la inmensidad del júbilo; pareciera que la noticia ha caído de sorpresa, pero simplemente es la confirmación de algo que no sólo se anhela, sino que ahora se verifica; risas, alegría, felicidad que se contagia, se desparrama, gritos copados de regodeo repitiendo como alaridos el: “ya cayo, ya cayo, porque el pueblo lo sacó” se multiplican en la inmensidad, tronando gargantas, han sido 18 días de arañar la esperanza que ahora se abraza, tiempo durante el cual la solidaridad popular ha donado un aproximado de 145 mil pesos para el mantenimiento de la causa. La insurgencia popular cuenta con motivos de júbilo; es viernes 30 de octubre por la noche y no hay espacio público que no está copado, inundado, saturado de humanidad, el Zócalo, el Paseo Bravo, el Carolino, las calles, las esquinas, la escena de hace 24 horas asemejando al terror, ahora permuta en verbena.