El resquebrajamiento de los sistemas absolutos y normativos ha llevado al ser humano a una situación de desamparo en la que sólo puede contar con su conciencia. Obligado a optar a cada paso, a decidir continuamente, se siente afligido e indeciso. Pero, al mismo tiempo, es también más libre. Vivimos en la era del predominio de la conciencia; en efecto, «sin la conciencia, no seríamos sino animales, poseedores de cierta suerte de felicidad perfecta», como diría uno de los personajes de la novela.
Felicidad perfecta, novela moral inscrita en la tradición de Camus, Sciascia o Dürrenmatt, es obra de un escritor que, convencido de que ética y estética son el haz y el envés de una única moneda, desearía que ambas jamás se distanciaran entre sí.