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Charles Dickens y otros

Una casa en alquiler

  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Lo último que se sabe de Barsham es que atendía a la hija desobediente del señor Forley. Después aparece en casa del señor Forley y se le confía un secreto. Hace cinco años, su madre y él se fueron de repente de Pendlebury de una forma sospechosa
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Pero el niño, tan cierto como que estoy vivo y respiro, ¡vive y respira en estos momentos, náufrago y prisionero, en esa casa maldita
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Supongamos que una de las hijas casadas del señor Forley tiene una hija, y la otra, un hijo. ¿Qué sucedería con el dinero?» «Sería todo para el niño –contestó él–, con la obligación de pagar determinada cantidad anual a su prima, la niña. Cuando ésta muera, todo volverá a ser del niño y de sus descendientes.» ¡Piénselo, señora! El hijo de la hija a la que Forley aborrecía y cuyo marido escapó de la venganza porque se lo llevó la muerte se queda con la propiedad de todo en contra de los deseos del señor Forley; la hija de la hija a la que ama queda de por vida en situación de dependencia de su primo, ¡que es de baja cuna! Hay motivos de mucho peso para procurar que el hijo de la señora Kirkland figure como muerto al nacer. Y, si, según creo, el registro de defunción se hizo con un certificado falso, todavía hay más motivo para ocultar la existencia
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    de ese niño, así como todo rastro de su parentesco, y confinarlo en la buhardilla de esa casa que no se alquila
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Había fallecido George Forley. Había abandonado este mundo hacía tres días, la noche del viernes.
    –¿Se ha llevado a la tumba nuestra única posibilidad de descubrir la verdad? –pregunté–. ¿La hemos perdido con él?
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Si me fuera imposible volver aquí antes de la noche, tenga la bondad de sentarse a la ventana, señora, y vigile la casa un poco antes de que enciendan las farolas. Si ve que la puerta principal se abre y se cierra otra vez, ¿sería tan amable de ponerse el sombrero y venir a buscarme inmediatamente? No
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Me pareció que Trottle tenía razón y me senté con toda la paciencia posible en una silla que, previsoramente, mi criado había dispuesto para mí. El descubrimiento de la ruindad de mi propio pariente me había horrorizado tanto que, cuando Trottle me propuso contarme la confesión que había arrancado a Barsham y a su madre, le rogué que me ahorrase los pormenores y que me contara lo estrictamente imprescindible sobre George Forley
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    La única cosa favorable que puede decirse del señor Forley, señora, es que al menos tuvo el detalle de ocultar la existencia del niño y borrar todo rastro de su parentesco aquí, en vez de consentir que lo matasen al principio o, más adelante, cuando el niño creciera
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    El señor Forley podía venir aquí a su antojo y ver que no mataban de hambre al infeliz niño solitario. Lo habrían criado para que creyese que era hijo del propio Barsham hasta que alcanzara la edad de proporcionarle un modo de subsistencia tan bajo y pobre como la mala conciencia
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    El señor Forley tenía a los Barsham atados de pies y manos, porque lo habían ayudado a cometer esa vileza, y dependían de él económicamente. Los trajo a Londres para poder vigilarlos de cerca. Los metió en la casa deshabitada (aunque no sin quitársela de las manos previamente a la agencia inmobiliaria, so pretexto de que pensaba ocuparse de alquilarla personalmente); después, se aseguró de que nadie la alquilase y de esa forma la convirtió en el lugar más seguro para esconder al niño.
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