Bonn (Alemania), 1935. Durante una noche de miedo y de cristales rotos, el azar lleva a tres profesores universitarios a encontrar un legendario diamante.
Columtown, Ohio (EE. UU.), 1995. En una inmensa biblioteca universitaria, de nuevo el azar lleva a un estudiante español a reparar en las extrañas marcas del libro que consulta, se obsesiona con ellas, contagia esa obsesión a sus compañeros (Mario, Clara, María, el narrador innominado…) y, poco a poco, de libro en libro —pues un libro lleva a otro, y este a otro y a otro más…—, el grupo se encuentra involucrado en la espiral de una investigación, en el descubrimiento de una sorprendente y oscura trama diseñada muchos años atrás para ocultar un secreto que muy pocos podrán llegar a descifrar.
La búsqueda y el afán por desentrañar el enigma devendrán también en la búsqueda de las propias interioridades, de quién es quién y de hasta dónde se puede llegar en pos de una obsesión.
Localizada en Ohio, Lanzarote y Madrid, la novela se convierte en una declaración de amor a los libros, en un viaje a través de las páginas y las palabras de grandes clásicos de la literatura; al tiempo que da cuenta del modo en que el azar alterará la aburrida y monótona rutina de los protagonistas —las clases, los estudios, sus relaciones sentimentales—, sumergiéndolos (y sumergiendo a los lectores) en una trama enrevesada y peligrosa que terminará esclavizándolos y… amenazándolos.
Después —cuando el misterio alcance al fin la solución— ninguno de los protagonistas volverá ya a ser el mismo: quizás porque la vida no tiene solución ni meta; tal vez porque lo importante no es el destino sino el camino que nos conduce a él.