A medida que te haces mayor comprendes que las emociones son como el tiempo: la desesperación, la ira, el odio hacia uno mismo, el placer, todas ellas pasan (si bien dejando daños tras de sí). Saberlo no sirve de gran cosa, como tampoco el día que llueve y hace frío sirve de nada saber que el frío y la lluvia no van a durar eternamente.