¡Una mujer culta, una mujer inteligente y educada puede enriquecer inconmensurablemente la vida de un hombre! Yo puedo ofrecerle esas cosas y el tiempo no se las lleva. La belleza física es efímera, un bien transitorio. ¡Pero la belleza del alma y la riqueza del espíritu y la ternura del corazón -¡y yo tengo todas esas cosas!-, no nos son arrebatadas, sino que crecen! ¡Aumentan con los años! ¡Qué extraño es que me llamen indigente! ¡A mí, que tengo encerradas en mi corazón todas esas riquezas! ¡Me considero rica, muy rica! Pero he sido tonta… al derrochar mis perlas ante…