“En la medida en que la finalidad descansa en el ejercicio de la voluntad, en prever, hasta cierto punto, las consecuencias del accionar causal y, conforme a ello, en dirigir ese accionar para alcanzar el objetivo conforme al plan, la voluntad orientada a un fin, la voluntad que dirige el acontecer causal, constituye la espina dorsal de la acción final”