amo a ti; pero ¿no ves, pobre y querida alma mía, que, en la situación a que nos vemos reducidos, no hay virtud más estúpida que la felicidad? ¿Crees que se puede amar apasionadamente cuando se carece de pan? El hambre me arrastraría a algún error fatal; un día rendiría mi último suspiro creyendo lanzar uno de amor. Te adoro, de eso puedes estar seguro; pero deja en mis manos, por un tiempo, el cuidado de nuestra fortuna. ¡Ay del que caiga en mis redes! Trabajo para que mi caballero sea rico y feliz. Mi hermano te dará noticias de tu Manon, y te dirá que le ha costado lágrimas la necesidad de abandonarte.