Más que revelar los procedimientos de la creación, que en parte lo hace, este libro tiene como hilo conductor los sentimientos más íntimos de Mario Escobar frente a la escritura y a la recepción de su obra.
Ese hilo conductor da como resultado un largo monólogo de alrededor de trescientas cincuenta páginas (al menos aquí, puesto que hay libretas para muchísimas más), en las cuales, casi imperceptiblemente, va evolucionando el lenguaje del escritor, desde las formas sencillas de la expresión hasta una música verbal, cuidadosamente facturada y pulida, de acuerdo con unos ideales estéticos cada vez más claros, más precisos y más cercanos a la belleza sublime de esa masa armónica de los cuerpos sonoros en los textos.
Luis Fernando Macías