El acta del jurado recoge que el Premio Alegría 2016 fue concedido «por la maestría en el uso de aspectos formales, que crea una atmósfera de belleza que trasmite poderosamente las sensaciones y los pensamientos del autor».
No podemos decir que se dé un tema concreto en el libro, sino una voluntad lírica por parte del autor que lo lleva a desarrollar una poesía abierta a la contemplación, de interés por la comprensión del ser humano y del mundo que lo rodea. Capaz de penetrar en los escondrijos de cualquier circunstancia, momento o lugar, su mirada alcanza a descubrir una realidad cargada de luminosidad, rica en matices, imperceptible y diáfana.