«La Revolución de los Claveles no fue una revolución democrática triunfante sino una revolución socialista derrotada. Para erradicar, de una vez por todas, las amenazas fascistas, debería haber revolucionado los cimientos de la sociedad. Empezó a hacerlo bajo la presión de un poder popular que, sin embargo, siempre existió como poder dual y nunca llegó a convertirse realmente en otro tipo de gobierno, tan claro y transparente que podría ser ejercido por una cocinera».