uando no escribo, me siento culpable. Cuando lo hago también, porque no me parece suficiente. Ocurre igual con la lectura: si no leo, siento que desaprovecho el tiempo. Pero cuando lo hago casi siempre me cuesta concentrarme; me pongo a pensar en labores domésticas o en mi incierto futuro laboral, y esto me hace sentir peor.