—Es la palabra más puta que conozco —Morales volvió a arrancar, pero no me sonó a que eso fuese una conversación, sino un monólogo íntimo al que le ponía voz por pura distracción—. «Te quiero, pero…»; «podría ser, pero…»; «no es grave, pero…»; «lo intenté, pero…». ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.