Corvino fue el primero en captar el olor del páramo, mientras el sol matinal derramaba una luz lechosa sobre la hierba cubierta de rocío. Aunque el joven aprendiz del Clan del Viento no emitió ningún sonido, Esquirolina vio que erguía las orejas y que se sacudía de encima parte de la desgana contra la que había luchado desde la muerte de Plumosa.