La historia de la Unión Europea es nuestra responsabilidad. Tenemos que hacernos cargo de ella, volver sobre nuestros pasos, corregir los errores del pasado y mirar hacia adelante, estar a la altura de los eventos que las vicisitudes del destino, la inteligencia y la estupidez humana hacen y deshacen continuamente.
Hoy, como a finales del siglo XIX, la idea de los Estados Unidos de Europa se vuelve una exigencia política para preservar el precario equilibrio entre las identidades nacionales y la fraternidad social.