Cuando se piensa en la
forma del ensayo, la crítica busca hacer legibles los interrogantes que plantea
la existencia de lo literario (¿cómo decir lo irrepetible?, ¿cómo ponerse a
salvo de los estereotipos?) y proyectarlos sobre el entramado de las prácticas
y las instituciones culturales, para que las fuerzas de la interrupción y la
suspensión ejerzan sus potencias disuasorias. Si la literatura es, como quería
Barthes, una “crítica del lenguaje”, una exploración de sus condiciones y sus límites, la crítica literaria tiene que convertirse en un mecanismo capaz de llevar esa indagación hasta los márgenes de lo pensable,
hasta el corazón secreto de las morales que dominan los intercambios simbólicos
de una época.
Los ensayos reunidos en este libro intentan avanzar
en esa dirección, que es la del diálogo con las potencias de la imaginación
literaria, a propósito de tres enclaves heterogéneos: las tensiones entre
experiencia y concepto (en la crítica
queer, las resistencias a leer la ironía borgeana y el recurso al ensayo como impugnación de las arrogancias
académicas); la configuración de una
“galaxia Saer”, en la que también se agrupan las experiencias narrativas de Felisberto Hernández y Antonio Di Benedetto; y los juegos entre lo público, lo privado y lo íntimo en algunas autoficciones recientes y en los diarios de Rosa
Chacel y Julio Ramón Ribeyro.