Amanecer en la cosecha

—Damas y caballeros, ¡que empiecen los Quincuagésimos Juegos del Hambre!

«Quiero que sepas que, a pesar de lo que pueda parecer, el deseo de libertad no se limita a los distritos».

—Lenore Dove, te quiero más que el fuego a las brasas. Eso es para siempre.

—Y yo a ti. A ti y a nadie más. Como los gansos, yo me emparejo de por vida. Y también después. Para siempre.

Tú y yo nos encontraremos, cueste lo que cueste.

Ay, Haymitch… No quiero seguir en este mundo sin ti.

La voz, sin aliento y ronca de llanto, me atraviesa el corazón.

Lenore Dove.

—Ah, sí. Está bien hecho, pero no me gustan demasiado los sinsajos. Un pájaro que es medio muto es antinatural.

Nunca lo había visto de ese modo.

—A algunas personas les parece que eso, en sí mismo, es una victoria. Por cómo escapó del Capitolio y sobrevivió.

—Ah, sí. Está bien hecho, pero no me gustan demasiado los sinsajos. Un pájaro que es medio muto es antinatural.

Nunca lo había visto de ese modo.

—A algunas personas les parece que eso, en sí mismo, es una victoria. Por cómo escapó del Capitolio y sobrevivió.

En el umbral está Louella McCoy.

Snow acaricia con los pulgares la cabeza del pájaro y de la serpiente.

—Hace buena pareja.