El Arte de don Enrique es una adaptación al castellano de las poéticas trovadorescas, en especial del Mirayll de Berenguer de Noya; la importancia aun del mero extracto es tan grande, que no exageraba Menéndez Pelayo al decir: «Cada letra de este pequeño retazo merece ser pesada y considerada atentamente.» Su utilidad para el estudio de la fonética castellana es clara. Hasta ahora muchos de sus pasajes eran ininteligibles, y algunos, en verdad, desconcertantes; con el manuscrito del Escorial la mayoría se hacen asequibles y congruentes; quedan, sin embargo, frases oscuras e incompletas; el hallazgo del texto original colmaría grandes lagunas de la historia de nuestra lengua.
Francisco Javier Sánchez Cantón