Y así, en mayo, me dispuse a abandonar para siempre el apartamento que había compartido con Jamie, a pasar la última página en blanco de nuestra historia y a empezar una nueva, solamente mía. Tenía mi trabajo. Tenía buena salud. Tenía una enorme cantidad de libros. Solo debía ser valiente y enfrentarme a la inmensidad de los grises y solitarios días venideros.