El ritmo del derrumbe

Hace diez años le hubiera vendido
el alma al diablo
por la vida que tengo.
Sin embargo ahora me hamaco
entre la ambición y la apatía.
Quiero más
o no quiero nada.
Me parece que se la vendí.

la tormenta siempre se arma
cuando empezás a pasarla bien
las inseguridades te desarman
cuando empezás a pasarla bien

Amé por primera vez
y esto fue lo que aprendí:
esta vez no habrá cordero
el sacrificio es
levantarse.

¿Cómo respira un pez?

En el colegio tuvimos una clase especial
en la que destripamos a uno.
Fui entusiasmada
pero a mi grupo le tocó
el sistema digestivo
y tuve que desenrollar
sus intestinos, una cuerda gris.
Toqué con mis dedos las entrañas azules
que en mi imaginación todavía latían
y nunca más comí un filet.
No tuve suerte, lo que yo quería
era meterme en su sistema
respiratorio.
Ver lo que pasa atrás
de las branquias.
Cómo es ese lugar
en el que el agua se convierte
en algo
que no ahoga.

Una conclusión tonta

Todo lo que amamos se puede chocar
todo lo que somos se puede romper
todo lo que perdimos
está a salvo.

Todos los cirujanos
alguna vez
ven morir
a quien intentan curar.
Hay cosas que pueden salvarte,
pero todas ellas contienen el poder
de destruirte.

Con alguien aprendí a amar
de forma ciega, adolescente
y con otra persona construí
el amor desde cero.

el ritmo lento y entrecortado del silencio
el ritmo del derrumbe.

No pude imitar
la paciencia de los objetos.

Quiero decir:
no estoy haciendo mal las cosas
pero tampoco estoy haciendo
honor a la familia.
Si pudieran, los que no están me dirían:
jugate un poco más.
Si vas a fracasar,
fracasá en grande