Brothersong. La canción de los hermanos

Pensé que eso significaba ser hijo: creer en alguien con tanta fuerza que no ves sus fallas hasta el día en que son visibles.

Una vez me dijo que las decisiones difíciles debían tomarse con la cabeza fría. Era la única manera de asegurarse de que fueran las correctas.

–No –ladré–. No, no, no. –Mi padre retrocedió lentamente y me llevé a mi hermano.

–Ey, Joe, mira a los pájaros –dije.

–Ey, Joe, mira ese insecto –dije.

–Ey, Joe, ¿tienes hambre? –dije.

–Ey, Joe, ¿quieres oír un chiste? –dije.

–Ey, Joe, por favor, ¿podrías decir mi nombre? –dije.

Pero Joe nunca habló.

No puedes formar rojo sin naranja. ¿Lo entienden?

–Y pienso en él todo el tiempo –le expliqué–. Cuando estoy triste o enojado, pienso en él y me siento mejor. Eso es lo que hacen los lazos, ¿no? Te hacen feliz. Kelly me hace feliz.

Te amo, pero también te odio por todo lo que has hecho.

Estamos rotos, Thomas. Estamos rotos y no sé cómo arreglarnos. Te seguí incluso cuando cada parte de mí me gritaba que te marcharas sin mí. Dejé mi corazón atrás porque dijiste que era por el bien mayor. ¿Y para qué? ¿Qué hemos logrado? ¿Qué tipo de Alfa eres que no puedes…?

Estás aquí –dije–. Estamos contigo. Estás a salvo. Estás en casa. No dejaremos que nada te vuelva a suceder. Somos tus hermanos mayores. Te protegeremos. Siempre estaremos aquí para ti. Te amo, te amo, te amo.

Cuando la luna esté llena y brillante y estés cantando con toda la fuerza de tus pulmones, yo miraré la misma luna, y estaré cantando para ti. Para ti. Siempre por ti.

–Tengo que encontrarlo, Kelly. Tengo que encontrarlo porque creo que, sin él, siempre habrá una parte de mí que se sienta incompleta.