DEDOS Y LAS MARCAS
Una mujer suele inscribir marcas en la piel de su amante, araña su miembro con la uña (barnizada de rojo) del dedo con el que se masturba.
Esa misma mujer, en el preciso instante en que tú y él se aman, oye una sonata de clavecín de Bach. Verifica en ese momento algo que siempre había pensado: el sonido producido por los dedos del clavecinista en el teclado equivale a un rasguño en el alma.
Las marcas dejan huella, inscriben un ritmo, permiten una posibilidad, una pausa, apaciguan la angustia de la espera, la llegada de los fantasmas.