Lo que Él hizo era algo que simplemente no se hacía. Los discípulos debían lavarle los pies de su maestro, pero un maestro nunca debía lavarle los pies a sus discípulos. Sin embargo, Jesús, después de atarse la toalla, y ante las protestas de Pedro y los demás (Juan 13:6), les lavó los pies.
Los discípulos se sintieron totalmente humillados por lo que Él hizo. Él era el mayor entre ellos, pero tomó el lugar de siervo al lavarles los pies. Sus acciones fueron tanto una reprimenda como un ejemplo para ellos. Era un verdadero líder. Él había venido para servir, no para ser servido.