En un principio fueron novelas y películas de ficción, pero, con el tiempo, un sector cada vez mayor de la población sintió la necesidad de creer en historias de visitantes extraterrestres con conocimientos muy superiores a los nuestros, tomando el lugar de los dioses, observándonos desde las alturas y poseedores, si no de poderes mágicos, sí de una fabulosa tecnología que les permitiría recorrer los espacios siderales. El progreso tecnológico se volvió la nueva magia.