Gris

Jean Piaget demostró en estudios con niños pequeños que al principio creen que las sombras son cosas y solo después comprenden su dependencia de las condiciones de iluminación. Hasta entonces, suponen que las sombras se mantienen ocultas hasta el momento en que vuelven a aparecer.

grisería». Se trata del complejo del gris, como color y no color, cromático y acromático, unido a la ambivalencia y ambigüedad grises que sumergen todo desde Platón: el arte, el pensamiento, la propia vida, según Sloterdijk, que aclara este «semiconcepto» al final del capítulo. Heidegger podría haber inventado esta expresión, dice Sloterdijk, porque, efectivamente, Heidegger utiliza mucho el prefijo ge-, y siempre, en alemán, con un sentido de reunión, conjunto. Ejemplos: Ge-stell (el conjunto del stellen, del situar o de lo situado, el armazón o soporte —técnico— de la cosa), Ge-viert (cuaternidad, reunión en «la cosa» de los cuatro: cielo, tierra, dioses y hombres), Ge-birg (conjunto de montañas, pero también escondite, albergue del ser, muerte), Ge-ring (mínimo, escaso, dúctil, dócil, pero, sin embargo, rebelde: totalidad del luchar —ringen— como en un anillo —ring—), Ge-schick (conjunto de envíos del destino, a la vez que resignación, conformidad, elegancia y destreza frente a la fortuna, frente a la suerte).

Los Cuadernos negros, que comienzan en 1931 y continúan hasta 1970, constituyen un recorrido apenas explorado todavía de ejercicios que ofrecían al ser, que habla, oportunidades de dilucidarse en tautologías circulares.

ser humano sería una pasión inútil.

ran de constitución de bilis negra (melancholikoi) quiere probar que la filosofía y la melancolía están relacionadas, que surgen al mismo tiempo del abismo de la cuestionabilidad del existente en su totalidad.

hace secreto alguno: «La filosofía, como acción creativa esencial de la existencia humana, reside en el estado de ánimo fundamental de la melancolía»

Occidente» necesitaría nuevos guiones. Para colaborar en su escritura había que dejar resueltamente de lado la sensación de que lo mejor está en el pasado. Pero ¿qué iban a producir los nuevos escenarios exaltados sino películas de sandalias [dramas históricos o de romanos], en las que nosotros, como simpatizantes de una transición o participantes de un salto de época, realizamos servicios de comparsas?

Dégagement significa no reconocer inhibición alguna frente a lo dado por parte del «mundo». Las «ataduras» dadas de antemano son indiscutibles desde el punto de vista de los desatados, aunque también el liberado se verá involucrado inevitablemente en «situaciones»

engagement Jean-Paul Sartre (1905-1980) apena

Sugiere que, a nosotros, los seres humanos de la posguerra, abandonados a un vacío definitivo, no nos falta mucho para volvernos completamente locos o, más aún, desinteresados, por la propia existencia. ¿Qué sucede realmente con nosotros? ¿No sentimos que, bajo el velo de la vida normal, apremiada por las preocupaciones, duerme dentro de nosotros un profundo aburrimiento? Si le dejamos despertar, tenemos la sensación de estar en un final muerto. Nos sentimos penetrados por un general no-saber-qué-hacer (más exactamente, por un profundísimamente fastidioso, pero innegable, propia-y-definitivamente-no-tener-nada-que-hacer). Con qué gusto nos refugiaríamos en una ocupación, desempeñaríamos un papel en algo, nos integraríamos en un guion fuerte. La llamada de las perentoriedades es omnipresente, pero, si nos entendemos correctamente, en el fondo no nos interesa nada.