asolar

Escribes desde una tristeza reprobada. Buscas el naufragio por su nombre y demás ridiculeces. Aun y eso, tu canto mana cauce…

Cuando el propio espejo nos rechaza
con un gesto líquido que no termina,
vestimos mil disfraces que ocultan
la fiesta desnuda que somos.
Ya casi olvidaba la sensación de velocidad. El aire, a ella entregado, le mordía la carne que le quedaba.
Estuvo así, no importa cuánto, y volvió a acostarse

Luego se cansó de buscar.
¿Cómo algo se deshace?
No pueden evitarme.
Búscame en las fechas. Dales mi recado:
Si se está muerto, se está todavía.
Reducirme para avenir irreductible.
Me termino para caber al fin en todo instante.
Anfitriona del aire.

Quizás por eso fui asombro en vida:
se tendía la gente –y no soy santa ni mis lágrimas
forman un arroyo donde los obreros se curan las heridas–
para muy despacio,
como en sigilosa retirada y con las manos extendidas,
abrir paso a mis ojos cerrados

Aún crecen las flores si aún crees en las flores.

Oh, Tierra, nadie puede caerse de ti
porque no hay orillas desde las cuales tirarse…
No está tu contorno condicionado a un límite,
y se funde tu piel azul con el no haber Comienzo exacto,
sólo eventos probables en algún otro borde,
en algún otro Acontecimiento de un tiempo imaginario,
porque el tiempo no es sino sucesos diminutos-inmensos,
no lineales, que pasan por [en] medio nuestro

¿A qué te dedicas, viajera, cuando posas tu pincel
sobre estas líneas, y te llamo por mi nombre?
A qué te dedicas cuando dices que inventas,
que estás escribiendo y que necesitas estar sola
porque sabes que siempre lo estamos.

¿Sostiene dios el mundo en la nada?
Si toda el agua es la misma, si nadie puede caerse de la Tierra

¿De qué poemas se compone la palabra que los escribe?
¿Ella se sirve de nosotras?
¿Invasora, nos elige
cual una labor que no pedimos?

Habría que ponerse en forma.
¿Y quién a estas soterradas alturas
financiaría el cultivo de mi cuerpo?
¿Carece la contradicción de esmero?
No he de decidirme