Tales son las armas que utiliza la fe, pequeñas en apariencia, aunque «no son carnales, sino que Dios las hace poderosas para derribar fortalezas» (2 Cor 10,4); despreciadas por el mundo, parecen una simple palabra, un simple símbolo, o pan y vino nada más; pero Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes y la necedad del mundo para confundir a los sabios; y así como todas las cosas empiezan pequeñas, a partir de semillas y elementos invisibles e insignificantes, así también, cuando Dios renovó la raza del hombre y cambió el curso de la vida humana y los asuntos terrenos, eligió cosas de poco valor para que fueran los rudimentos de su obra, y dispuso que creyéramos que podía actuar a través de ellas, y así lo hizo.