partiera de la idea de un ser humano esencialmente noble, generoso, amoroso, solidario y creativo, entonces no necesitaría inculcar la culpa ni educar represivamente.
Pues bien, como ustedes se habrán dado cuenta, yo parto de este segundo concepto del mundo y de la humanidad. Y partiendo desde allí, la culpa sólo sirve para conflictuarnos, para volvernos más y más neuróticos, menos y menos auténticos. Lo cierto es que este señor que está aquí.