—Lo que más me duele no es que te hayas ido— admití, secándome una lágrima de la mejilla. —Sé que tenías que irte. Te estabas muriendo en esa casa. Lo entiendo. Eso lo entiendo. Lo que más me duele es el hecho de que yo me quedé, ¡y ella aún te amaba más! Y estoy celoso de eso. Estoy celoso, resentido y jodidamente dolido porque nada de lo que hice fue suficiente para ella. Y entonces volviste — continué rápidamente. —Y fue como si todo lo que hice por ella, cada sacrificio que hice, cada golpe que recibí, fuera irrelevante. Yo era irrelevante porque tú eras todo lo que ella podía ver. Quiero decir, afrontémoslo, Dar; tú eras todo lo que ella veía, incluso cuando éramos niños, pero nunca me molestó hasta que te fuiste. Ella te puso en este pedestal, su precioso, perfecto primogénito, ¡y nada de lo que hice en carne y hueso podría igualar su recuerdo de ti!
.......💔