Va a pasar tiempo hasta que podamos justipreciar y entender la envergadura del daño hecho a los niños, especialmente a los desposeídos y más vulnerables. Y esto es lo que el libro de María Victoria Baratta se anima a decir, pensar y probar con evidencia.
Del prólogo de Pola Oloixarac
La gestión de la pandemia en Argentina determinó, contra toda evidencia científica, con desprecio por la experiencia de otros países, que los niños de todos los niveles educativos no tuvieran clases presenciales durante 2020 en nombre de una enfermedad que es menos letal con ellos que la gripe común. Hoy, cientos de miles de alumnos siguen sin clases mientras otros asisten con protocolos absurdos.
Quienes pedían por la apertura de los colegios fueron tildados de desaprensivos, antivacunas, asesinos de abuelos y de docentes, malos padres, burros, y cosas peores. Cuando se agruparon en Padres Organizados —con María Victoria Baratta entre sus fundadores—, fueron atacados sistemáticamente, de forma organizada también. Hoy no cabe duda de que los que reclamaban tenían razón.
No esenciales es la crónica de este año aciago y un análisis detallado de las consecuencias desastrosas de tener las escuelas cerradas; el recordatorio de cómo se comportaron a la hora de tomar decisiones los que suelen utilizar la educación como prioridad en su discurso proselitista y una guía de acción para ayudar a que padres y docentes puedan seguir interviniendo en defensa de los derechos de los niños con argumentos rigurosos y fundados.