Pero al mismo tiempo esta ira de Jesús es la del amor que quiere ganar incluso a los fariseos para el Reino de Dios, recibiendo de ellos, a cambio, tan sólo odio porque no se abren a la gracia, fiándose sólo de una Ley que no han entendido, una Ley que les convierte en esclavos y que no interpretan como una carta de amor que les llega de parte de Dios.