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Irene Solà

Te di ojos y miraste las tinieblas

  • Cristinahas quotedlast year
    Pero a la vieja, que dormía como una fruta podrida caída del árbol, sobre todo la vigilaba. Porque Margarida quería estar ahí cuando Bernadeta se muriera. Quería verlo. Quería ver cómo se le negaban la salvación y la gracia divina por haber andado tantas veces con el diablo.
  • Berenice Torreshas quotedlast year
    Lo entendió. Comprendió que todo tiene su precio. Y que el precio siempre es demasiado caro.
  • Mitzi Camposhas quotedlast year
    Había nacido, como todas las cosas que nacen. Pero Marta no se había muerto. Todavía. Como todas las cosas que mueren
  • Lou Lamagahas quoted10 months ago
    Pero entonces Margarida lo entendió. Con el corazón en un puño. La cama de sus hijos estaba vacía y las mantas, frías, y Margarida lo entendió. Sabía que, por culpa del pacto que Joana había hecho y deshecho con el diablo, a ella le faltaba un cuarto de corazón y a Blanca le faltaba la lengua. Que aquella hermana suya amarillenta que se llamaba Esperança había nacido sin hígado. Al heredero le había faltado el agujero del culo. A Esteve, una oreja, a Guilla, el nombre, a Àngela, el dolor, a Martí el Coix, medio palmo de una pierna, y a Bernadeta, las pestañas, y después entendería que a
  • YamYamhas quoted8 days ago
    El sol trepó hasta la mitad del cielo, blanco y friolero
  • sol maguirehas quoted20 days ago
    pero ¡qué seta! Madre mía, qué seta.
  • YamYamhas quotedlast month
    Cantaban, alborotados, porque la oscuridad se los había tragado, como se traga todas las cosas, y después los había escupido, como está obligada a escupir todas las cosas
  • Claudia Hthas quotedlast month
    Se oyeron unos pasos de comadreja que se acercaban
  • Claudia Hthas quotedlast month
    Se llamaba Francesc Llobera. Dijo que era el hermano segundón de una masía a la que llamaban Mas Llobera, cerca de Viladrau, donde las mujeres morían como moscas, y que por eso quería irse, dijo. Para no morirse él también de tanto ver cómo se casaban una y otra vez su padre y su hermano mayor, el heredero.
  • carlosszr4shas quotedlast month
    Parecían un espejo. Y desde aquel día, Blanca y Elisabet se habían querido. De todas las maneras en que se podía querer. Como los corzos. Con delicadeza. Como las gallinas. Encogidas. Como los patos, con fuerza bruta. Como las cabras, impacientes. Como las liebres, juguetonas. Como los perros, sedientas. Como las moscas, disimuladas. Como los gatos, despiadadas. Como las raposas, coquetas. Como los cerdos, como si hiciera siglos que retozaran.
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