No era la gripe. Nicole estaba embarazada. Y no recordaba haberse acostado con ningún hombre en los últimos cuatro años. ¿Era posible que hubiese tenido relaciones con Mitch, su empleado… en unas circunstancias poco claras? En efecto, ella no se acordaba, pero así había sido. Y su caballero andante acabó rindiéndose a sus pies. La propuesta de Mitch estaba motivada por el deber, pero en sus ojos brillaba una pasión auténtica… ¿Podía un matrimonio forjado por el bien de un futuro hijo convertirse en un amor de cuento de hadas entre la Bella Durmiente y su Príncipe Azul?