De licencias y obsesiones
borgeanas se impregna este primer libro de relatos de asombrosa destreza verbal
e imaginativa y, a juzgar por estas páginas, partidario de un estilo literario
y de creaciones meta literarias. De hecho, son verdaderas “ficciones” cada una de las composiciones que vertebran el inquieto sentido de un contenido que no niega su parentesco con Borges, Keats, Blake,…: en su insaciable obstinación
por crear seres que padecen de irrealidad en medio de una realidad sin disyuntivas, por afirmar su afinidad con la idea conradiana de que “vivimos como soñamos… Solos”.
Este imaginario poético habitado
por tipos dispares, con ambiciones sólo posibles en la dimensión de un tiempo
onírico que da unidad al conjunto, lleno de “puertas falsas” para que cada uno pueda entrar, “matar su sueño” y así
cumplirlo, lo enriquece su autor con voces y registros cambiantes, situaciones
inesperadas y referencias tomadas de una ingeniosa concepción de la música que
sirve de sustancia a más de un relato y otorga significado a la fórmula
adoptada para agrupar las nueve composiciones: “Preludios” y “Fugas”.
Las incluidas en el primer tiempo
marcan el tono del libro, sirven de introducción a esa irrealidad donde el delirio permite a un anodino agente de seguros, por ejemplo, perseguir la posibilidad de una isla mítica que contenga la fuente de la eterna juventud. En el segundo crece la intensidad de las tramas, gana matices la sensación de delirio, de pérdida de la conciencia de realidad en esos seres que peregrinan
por sus vidas huyendo de ellas. Estas “fugas” metafóricas son una deslumbrante
muestra de un estilo que sabe asimilar otros y que intuimos capaz de seguir
creciendo en sus ambiciones literarias.
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/3473/Donde_no_ieran_los_navegantes