Con cada palabra sarcástica de su padre se henchía más de orgullo, sonreía muy colorado, formulaba frases entrecortadas: lo hice así, papá, añadí esto, he pensado que. Lila, por su parte, quería salir de la cocina, eludir la reprimenda inminente de su padre, pero no se decidía, no quería dejar solo a su hermano.