En estas razones de vidrio coexisten, dándose la mano con firmeza, los árboles más frondosos del paisaje familiar de la autora, los recuerdos de la niñez, los perfiles más auténticos de su recodo natal, la evocación de la naturaleza tanto de las entrañas como de la ínsula, la espesura de un espíritu femenino que se yergue en su trono para luego ofrendarse a sus verdades, la experiencia amorosa constantemente matizada por una realización erótica y espiritual acechada por ángulos angostos que no detienen su creatividad y entereza.