necesarios para vivir. Pero entonces, llega la noche, el sol se esconde y solo queda la oscuridad. Así es como la odio, como el ser que más daño me hizo; no le importó que yo me deshiciera de dolor en sus manos.
Ella es mi luz y mi oscuridad, ella es mi ángel y mi demonio, mis sueños y mis pesadillas. Ella es mi todo y es mi nada.
Entonces, la amo y, de nuevo, la odio en una perfecta y armoniosa melodía en donde las partes suaves se entremezclan con las partes intensas; en donde las sonrisas se pierden entre las lágrimas, donde los recuerdos buenos coexisten con los malos como un todo imposible de separar, de disociar.
Ella era como una playa tranquila, como un respiro, como la calma que necesitaba mi alma; pero de pronto se convirtió en un tsunami que arrasó con todo, se