La obra de Jean-Jacques Rousseau se caracteriza tanto por su vastedad como por su sorprendente variedad. Efectivamente, el filósofo francés, que en su Emilio afirmó “prefiero ser un hombre de paradojas y no un hombre de prejuicios”, fue autor no solo de títulos de filosofía política y textos literarios, sino también de escritos autobiográficos, piezas musicales, un diccionario de música e, incluso, ensayos sobre química y botánica.
A partir de una lectura exhaustiva de los principales textos de Rousseau, Vera Waksman propone que la inquietud teórica que anima su obra, y también su vida, es la libertad. El principio del amor de sí mismo, condición de la libertad, constituye el hilo conductor que atraviesa dicha obra y le da unidad y coherencia.
El laberinto de la libertad presenta una lectura rigurosa y original de la filosofía de Rousseau que recorre su teoría antropológica, su propuesta educativa, sus reflexiones teóricas y críticas sobre la religión, su teoría política y, finalmente, su concepción acerca del rol del filósofo y la filosofía. De este modo, Waksman sostiene: «Siguiendo el hilo conductor del amor de sí mismo, se puede ver la unidad de la obra así como la preocupación central acerca de la libertad y la necesidad de plantear que otro tipo de hombre es posible».