Cuando el violinista cordobés Lucio Torres descubre entre los empolvados archivos del Ospedale della Pietà de Venecia una composición atribuible a Vivaldi, se lanza sin dilación a recrear la melodía en su violín. Proscrita en el pasado por la Iglesia, que incluso la bautizó como música del diablo, esa conjunción de notas viene a demostrar la existencia de un Vivaldi desconocido, un hombre cuya desesperación le llevó a ocultar en aquella partitura un poderoso misterio.