SECRETA OSCURIDAD ES LA UNIÓN DE LA NOCHE Y LA selva. Para mirarla sin espanto hay que tener los ojos demasiado grandes, como los de Santa, que no es una mujer, sino un par de ojos pegados a las cuencas de un rostro. Camina por los pasillos a ciegas, sin nada que arroje una luz ínfima, y contempla la belleza que existe cuando la luna parece vomitada por la boca de los árboles y asciende luego, gorda y llena, luna preñada, hasta llegar al borde del mundo.