• Alejandra Arévalohas quotedlast year
    No obstante, en la actualidad es común asociar el ocio con un tiempo de descanso, donde el sujeto ocupa ahora el lugar de espectador-consumidor, un tiempo para dejar de lado las actividades de trabajo en las que está sumergido y que podrían no estar asociadas en su totalidad a una auténtica práctica de bienestar.
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    El ocio se configuraba como un tiempo para el pensamiento, el aprendizaje, la escucha, la paz; un tiempo asociado a un conjunto de actividades a las que se decide libremente dedicar su ocupación y atención. Estas actividades no poseen en sí mismas un carácter de obligatoriedad ni de necesidad; mejor aún, se escaparían de todo esquema de control y estarían caracterizadas por un impulso espontáneo, motivadas por la curiosidad, por la inquietud y por el deseo genuino de explorar y de descubrirse a sí mismo, a los otros y al mundo circundante.
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    En la perspectiva griega de ocio y sus relaciones con la práctica educativa, Kohan (2016) propone que “la escuela, como forma, es el tiempo de ocio” (p. 129), un tiempo dedicado a “cosas que no tienen más valor que el propio hacerlas, cosas que se hacen porque sí, por ellas mismas” (p. 129).
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    Dimensión lúdica: el tiempo de ocio como posibilidad de creación
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    stas prácticas permiten establecer relaciones sociales, de retos y de competencias, situación en que toma sentido y fuerza la dimensión lúdica. Las prácticas permiten a la comunidad expresar sus intenciones, sus emociones y sus pensamientos. A partir de ellas se construyen diversas interpretaciones del mundo. Al igual que las prácticas culturales, las relaciones sociales son variadas y “su objeto es […] el juego como una forma de actividad, como una forma llena de sentido y como función social” (Huizinga, 2007, p. 18). Dichas prácticas permiten generar la interacción entre las sociedades al fortalecer sus culturas y sus relaciones.
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    La dimensión lúdica está íntimamente relacionada con el ser, con sus acciones, con sus experiencias, con sus vivencias y con su predisposición ante la vida y ante el mundo, en sus interacciones con la cotidianidad y con el otro, lo cual permite establecer relaciones sociales llevadas a cabo en los espacios y acciones cotidianas.
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    Por su parte, las prácticas sociales, como las actividades compartidas por todos los integrantes de una comunidad que se construyen a través de los años, involucran el arte, la literatura, la guerra, el derecho y la filosofía.
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    Por lo tanto, las diferentes prácticas sociales y culturales están impregnadas de esta dimensión lúdica, que se caracteriza por ser vivificante y regeneradora, y por producir identidades. Es un factor que impulsa y transforma las culturas y a quienes participan o están involucrados con sus tradiciones
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    La lúdica va más allá del juego, porque un estado lúdico no solo emerge en el juego. Existen otras acciones que generan sentimientos de alegría, de pasión, de voluntad, de intensidad, diferentes a los juegos, visibilizadas en ciertas prácticas como: la fiesta, la guerra, el derecho, el saber, la poesía, la música, la filosofía, el arte, entre otros. Estas experiencias han sido base fundamental para la constitución de la cultura y de la sociedad, tanto en la Antigüedad como en la modernidad.
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    pautas, de la vida corriente, lo cual da oportunidad a la imaginación, creación, satisfacción y a las relaciones otras.
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