Anahí tenía dos enemigos: la muerte y el maquillaje corrido.
Esta historia comienza la mañana en la que debió enfrentarse a ambos.
Después de perder la vida en un robo a mano armada, Anahí despertó en una ciudad que imitaba a Buenos Aires, pero que parecía haberse quedado estancada en el tiempo.
Confundida, recorrió las calles grises en busca de ayuda.
Se aferró a la idea de que su familia la estaría buscando y que pronto la hallarían, pero todas sus esperanzas se desvanecieron cuando descubrió la verdad: estaba muerta y se encontraba en el purgatorio.
Durante treinta días, Anahí se vio obligada a formar parte de una civilización atravesada por personajes de épocas pasadas, en un abanico cultural que la sumergió en viejas modas, tangos, traiciones, amores de antaño y costumbres que chocaron con su percepción contemporánea del mundo.