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Honorato de Balzac

La piel de zapa

  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    labios, por una fuerza mágica; os transporta, os parece perder tierra. Si pretendéis pasar una vez siquiera vuestra mano acariciadora, fanatizada, por aquel cuerpo níveo, palpar sus cabellos de oro, besar sus ojos chispeantes, os embriaga un vapor y os hechiza una música encantadora. Todos vuestros nervios se estremecen, os sentís invadidos por el deseo, por el sufrimiento. ¡Oh dicha sin nombre! Habéis tocado los labios de aquella mujer; pero, de pronto, os despierta un dolor agudo. ¡Ja! ¡ja! Os habéis golpeado la cabeza en un ángulo de vuestra cama, os habéis abrazado a la obscura caoba, a los fríos dorados, a cualquier adorno, a un amor de bronce.
  • xfc9zppavhas quoted2 years ago
    Existe algo de grande y de horrible en el suicidio. Hay muchos cuyas caídas carecen de peligro, porque, como las de los niños, son desde muy bajo para lastimarse; pero, cuando un hombre se estrella, debe venir de muy alto, haberse elevado hasta los cielos, haber vislumbrado algún paraíso inaccesible. Implacables deben ser los huracanes que le fuerzan a demandar la paz del alma al cañón de una pistola
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    Ved la reina de las ilusiones, la mujer que pasa como un beso, la mujer fulgurante como un relámpago, resplandor emanado, como él, del cielo, el ser increado, todo: espíritu, todo amor! Se ha revestido de una envoltura ígnea, o la llama se ha animado un momento en ella. Las líneas de sus formas son de tal pureza, que acusan su procedencia celeste. ¿No la veis resplandecer como un ángel? ¿No percibís en el aire su leve aleteo? Más ligera que el ave, se posa junto a vosotros y os fascina con su mirada; su dulce pero potente aliento atrae vuestros la
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    Las voces, los perfumes, la claridad, aquellas mujeres de penetrante hermosura, impresionaron todos sus sentidos, despertaron su apetito. Una deliciosa música, oculta en un salón contiguo, ahogaba en un torrente de armonía aquel bullicio embriagador, completando la extraña visión
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    allí vio a sus amigos expresamente convocados, en compañía de engalanadas y hechiceras mujeres, con la garganta y los hombros desnudos, las cabelleras llenas de flores, las pupilas brillantes; bellezas diversas todas, provocativas bajo voluptuosos disfraces
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    Su gentil abandono, tan lleno de confianza, unía al encanto del amor los adorables atractivos de la infancia dormida. Las mujeres, hasta las más ingenuas, obedecen aún durante el día a ciertos convencionalismos sociales, que encadenan las francas expansiones de su alma; pero el sueño parece reintegrarlas a la espontaneidad de vida que caracteriza la primera edad. Paulina no se sonrojaba por nada, como una de esas caras y celestiales criaturas,
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    No me atormentes! Hay ciertas ideas, en las que nosotras, pobres mujeres, no podemos fijarnos, porque nos matan. ¿Es exceso de cariño, o falta de valor? No lo sé. Y no es que me asuste la muerte —añadió riendo—. Morir contigo mañana mismo, unidos en un beso postrero, sería una dicha. Me parecería haber vivido más de cien años. ¿Qué importa el número de días, si en una noche, en una huta, hemos agotado toda una vida de aventura y de amor?
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    Caminaba imaginándose, no ya a la Paulina de la posada de San Quintín, sino a la Paulina de la víspera, la perfecta mujer de su casa, tantas veces soñada, a la doncella espiritual, amante, artista, que comprende a los poetas por comprender la poesía y vive en el seno del lujo; en una palabra, a Fedora dotada de un alma sensible, o a Paulina condesa y dos veces millonaria, como lo era Fedora.
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    Ahí tienes, amigo mío, las causas de mi perdición. Basta con que un joven dé con una mujer que no le ame, o que le ame con exceso, para quebrantar toda su existencia. La dicha devora nuestras energías, como la desgracia extingue nuestras virtudes
  • Gabs BZhas quoted2 years ago
    primer arranque concedido al pudor
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