Hace cuarenta años, igual que hace veinte, la idea más alejada de la mente de un joven con inquietudes era participar en el mundo empresarial. Se hablaba de «venderse», una expresión que prácticamente ha desaparecido de nuestras conversaciones. ¿Cómo explicamos este cambio? «No es culpa del reaganismo, sino del clintonismo, la epóca donde se comenzó a presentar a los emprendedores de las nuevas tecnologías como héroes creativos, fomentando una nueva cultura del individualismo. El pequeño negocio es la forma social idealizada de nuestro tiempo. Nuestros héroes culturales no son el artista o el reformista político, sino el emprendedor tipo Steve Jobs.