Mendizábal -un profesional del crimen, metódico, implacable- recibe una orden: debe cometer un asesinato. La víctima se llama Rodolfo Külpe, tiene entre treinta y treinta cinco años, vive en el barrio de Belgrano y debe ser eliminado. Eso es todo. Al menos, todo cuanto se le informa a Mendizábal. Esa misma noche, oculto entre las sombras, éste espera a Külpe durante varias horas, hasta que finalmente lo ve llegar. Pero no lo mata.